viernes, 23 de septiembre de 2011

Hacia un Mundo ¿ Feliz?


   Los más importantes Proyectos Manhattan del futuro serán vastas encuestas patrocinadas por los gobiernos sobre lo que los políticos y los científicos que intervendrán en ellas llamarán el problema de la felicidad; en otras palabras, el problema de lograr que la gente ame su servidumbre. Sin seguridad económica, el amor a la servidumbre no puede llegar a existir; en aras a la brevedad, doy por sentado resolver el problema de la seguridad permanente. 

   Pero la seguridad tiende muy rápidamente a darse por sentada. Su logro es una revolución meramente superficial, externa. El amor a la servidumbre sólo puede lograrse como resultado de una revolución profunda, personal, en las mentes y los cuerpos humanos. Para llevar a cabo esta revolución necesitamos, entre otras cosas, los siguientes descubrimientos e inventos. En primer lugar, una técnica mucho más avanzada de la sugestión, mediante el condicionamiento de los infantes y, más adelante, con la ayuda de drogas, tales como la escopolamina. 

En segundo lugar, una ciencia, plenamente desarrollada, de las diferencias humanas, que permita a los dirigentes gubernamentales destinar a cada individuo dado a su adecuado lugar en la jerarquía social y económica. (Las clavijas redondas en agujeros cuadrados tienden a alimentar pensamientos peligrosos sobre el sistema social y a contagiar su descontento a los demás.) 

   En tercer lugar (puesto que la realidad, por utópica que sea, es algo de lo cual la gente siente la necesidad de tomarse frecuentes vacaciones), un sustitutivo para el alcohol y los demás narcóticos, algo que sea al mismo tiempo menos dañino y más placentero que la ginebra o la heroína. Y finalmente (aunque éste sería un proyecto a largo plazo, que exigiría generaciones de dominio totalitario para llegar a una conclusión satisfactoria), un sistema de eugenesia a prueba de tontos, destinado a estandardizar el producto humano y a facilitar así la tarea de los dirigentes.
 [...]

  A medida que la libertad política y económica disminuye, la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar. Y el dictador (a menos que necesite carne de cañón o familias con las cuales colonizar territorios desiertos o conquistados) hará bien en favorecer esta libertad. En colaboración con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del cine y de la radio, la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre que es su destino.


A. Huxley, Un Mundo Feliz

lunes, 5 de septiembre de 2011

Lo esencial

Me pierdo en lo sutil y viajo con el viento.
Mi existencia tiene el mismo significado que una molécula de aire perdida en la inmensidad.
Mi cuerpo es infinito y a la vez minúsculo.
Estoy dentro y fuera del Universo al mismo tiempo.
No quiero absolutamente nada y quiero abarcarlo absolutamente todo.
Quiero gritar y quiero callarme para siempre.
Quiero pensar y a la vez desconectar mi cabeza.
Quiero y odio a la vez.
Pero respiro tranquilo, sosegado, en paz.
Sigo viendo el camino.
No lo he perdido de vista.
Solo dejo lastre atrás.
Simplificandome hasta la insignificancia.
Cuanto más saco de mi más grande me vuelvo.
Pronto alcanzaré las estrellas.
Ya están más cerca.