viernes, 17 de junio de 2011

From Chaos to Eternity

Corría el año 1997 cuando dos italianos nacidos en Trieste, Luca Turilli y Alex Staropoli, decidieron que en sus mentes había demasiados mundos y fantasías maravillosas como para que permanecieran allí encerradas. Tenían que contarle al mundo todo lo que eran capaces de ver y traer a este plano de la existencia las historias que ellos conocían.


Así nació un proyecto musical que terminó por convertirse en Rhapsody (of Fire), un grupo dedicado enteramente a transmitir imágenes y vivencias de otros mundos diferentes a este. Esa fantasía épica que no tiene nada de fantástica ha hecho volar a miles de personas, soñadores como ellos que ansiaban vivir cosas que trascendieran este mundo que muchas veces nos parece vacío, triste o patético. Con su primer disco, Legendary Tales,  Rhapsody presentaba las Tierras Encantadas y el surgimiento de una sombra que amenazaba la ciudad de Algalord. Comenzaba la Saga de la Espada Esmeralda


A lo largo de cinco discos cargados de epicidad y una música que hacía que te sintieras cargando furioso contra todos los demonios del Averno nos fueron conduciendo a través de las hazañas del Guerrero de Hielo, de Arwald, de Aresius y de Airin.


Unos años más tarde dio comienzo la Saga del Secreto Oscuro, donde Dargor, el príncipe de los demonios convertido a la Luz, se convertía en protagonista de una aventura que tenía como fin impedir el regreso de Nekron, el oscuro señor del Caos. Nuevamente cinco fueron los disco que narraban las hazañas de los nuevos héroes de las Tierras Encantadas, con un estilo más sinfónico que nunca e introduciendo elementos operísticos y teatrales.




Con "From Chaos to Eternity" se cierra esta saga que pone fin a su vez a los relatos acerca de las Tierras Encantadas. Con cierta nostalgia me despido de aquellos héroes con los que he ido creciendo desde que conocí a este grupo que en más de una ocasión logró rescatarme de las tinieblas y demostrarme que merece la pena seguir luchando, que en la más profunda oscuridad siempre brilla una luz.





Gracias Rhapsody, por todos estos años de sueños, gloria, honor y por lograr que me evadiera del mundo cuando todo se volvía gris.

Termino con una frase de Luca Turilli pronunciada durante una entrevista:

"It`s not fantasy, is paralel dimension"


Disfrutad de "Tornado", una de las canciones más power y sinfónicas del disco



domingo, 12 de junio de 2011

Decisión

Sentía el frio del acero en la palma de la mano. Con una mano sostenía la empuñadura con firmeza mientras que la derecha pasaba suavemente la piedra de amolar por el filo de la hoja, acariciando en cada pasada el canto de la espada con suavidad. Con delicadeza cuidaba de que la espada quedara bien afilada procurando limpiar con un paño las marcas producidas por el uso. Aunque la espada llevaba años junto a él seguía reluciente como el día en que fue forjada y seguía reflejando de forma casi mística la luz de la luna. En ese momento el acero refulgía en tonos naranja y negro como si el fuego de la hoguera estuviera también dentro de la espada. Repetía la operación una y otra vez con calma, sin ninguna prisa. Hoy nadie le esperaba.

Era una noche fría y ni siquiera la fogata que había improvisado lograba calentarle. El viento soplaba suave pero una fina capa de nieve cubría todo a su alrededor. Sin embargo ni un solo milímetro de su cuerpo parecía temblar. Totalmente indiferente al frio miraba fijamente como las chispas anaranjadas bailaban en la hoja de la espada. Nadie le esperaba. Podía pasarse una eternidad en aquel lugar, alejado de todo, donde nadie lo encontraría nunca, donde nadie perturbaría su paz. Podía desaparecer y descansar al fin, dejar atrás todo, las luchas, el amor, los sueños, los fracasos, la desesperación, la gloria y las derrotas. Nunca más tendría que preocuparse por los ojos del mundo, clavados constantemente en él, esperando que hiciera esto o lo otro. Podía simplemente quedarse allí, sobre aquella roca, esperando el fin. El fin había estado cerca tantas veces que ya no lo temía. Unas veces el camino le había llevado a las fauces de la muerte y en otras ocasiones él mismo había buscado su propia ruina. Ahora ya daba igual. El fin llegaría y él estaría esperándolo.

Pensó por un momento en todo aquello de lo que quería alejarse. Había fracasado mil y una veces, había sido derrotado otras tantas y las victorias siempre habían llegado acompañadas de amargas experiencias. Nunca le había sido concedido un verdadero triunfo, nunca una verdadera paz. Se esperaba mucho de él y era muy  poco lo que había logrado alcanzar. Por eso pensaba en quedarse, en no regresar. Nadie le esperaba. Durante un tiempo la gente podría preguntarse que había sido de él pero al poco lo olvidarían y pasaría a ser solo un recuerdo borroso en la mente de algunos de aquellos que le conocieron.

La hoguera había quedado reducida a unas brasas. El alba despuntaba cuando todavía estos pensamientos recorrían su agotada mente. Los primeros rayos de sol parecían preguntarle solemnes cual era su decisión. Quedarse allí y vivir en paz, solo, tranquilo y olvidado, sin honor, gloria o compañía pero también sin sufrimiento, derrotas y frustraciones. ¿O acaso tomaría de nuevo la espada, alzaría la cabeza y emprendería de nuevo el camino, haciendo frente por enésima vez a sus miedos, a sus enemigos y a sus propios límites y recorrería la senda que había comenzado tantos años atrás? Ambas posibilidades dieron vueltas en su cabeza y el miedo se apoderó de él. Fracasaría de nuevo, volvería a caer y el mundo volvería a echársele encima. Otros le arrebatarían lo que más quería como ya había ocurrido antes y aquellos en los que confiaba volverían a traicionarle. Lo mejor, lo más seguro habría sido quedarse en aquel lugar, dar la espalda a todo y dejar fuera todo lo demás. Era el camino más sencillo.

Fue entonces cuando tomó la decisión y tenía muy claro lo que debía hacer Se puso en pie y aseguró la vaina de la espada en su cinto. Envainó la hoja y recogió sus cosas. Tras asegurar la capa de viaje sobre sus hombros con un broche se puso ante el camino que le había traído hasta aquel lugar y que continuaba hasta perderse en el lejano horizonte. Era el momento de decidir. Era el momento de quedarse o partir. Celtar dio un paso adelante poniendo un pie en el camino.